¿Os habeis dado cuenta que habitualmente las pymes, y en especial las start-ups, se plantean una operacion corporativa cuando practicamente todo esta perdido?. Es en esos momentos cuando la cruda realidad hace desistir a un nuevo ejercicio de ingenio protagonizado por un libro excell que pasa ya de las cien hojas. Entonces los responsables del proyecto vislumbran una salida fusionando su empresa con otra y con buena voluntad llegan a una posible solucion que de cash-flow positivo. Pero sin mirar al balance, que arrastra tales perdidas y endeudamiento que la unica salida es que sus activos sean comprados a precios de derribo. Y solo los activos interesantes.
En una ocasion un magnifico emprendedor me conto la historia de sus comienzos, y como cuando su sector estaba destrozado por la crisis, unos de sus principales competidores, al que sus accionistas ya le habian dado el acta de defuncion, le pidio una reunion de urgencia para plantear una fusion. La triste realidad era que apenas le aportaba nada, deuda. Era como un jugador de baloncesto que trata de encestar una vez mas despues de haberse acabado el partido.
Las operaciones corporativas son una magnifica herramienta para mejorar la competitividad de las empresas, y en muchos casos, para conseguir su supervivencia. Pero esto solo tiene sentido si se mejora de forma importante el margen, los costes de integracion son relativamente bajos y no se empeora el balance. Es decir, que la operacion tiene que tener un sentido economico y no ser simplemente castillos en el aire. Y deben abordarse cuando todavia hay margen de actuacion.
El aspecto humano es un factor fundamental y tiene dos vertientes principales. Por un lado, lo habitual es que sobre gente (a veces incluso uno de los emprendedores), haya muy mal rollo en las compañias, las acciones y las stock-options de la gente clave tengan un valor escaso y nulas posibilidades de hacerse efectivas a corto plazo, con lo que puede ser necesario volver a renegociar con dicha gente clave. Por otro lado el accionariado estara cabreado, especialmente si se le ha vendido mucho humo. Si afortunadamente los inversores son profesionales, sera mucho mas facil llegar a acuerdos, aunque tambien defenderan sus intereses y buscaran una ecuacion de canje justa. El principal problema suele surgir aqui con los emprendedores: diferentes visiones, luchas de egos, intentos de imponer su gente y su modelo, muy poca flexibilidad en las valoraciones...
Conclusion: si las cosas no van bien o preves que pueden ponerse feas, tomate un tiempo para reflexionar sobre la bondad de una posible operacion corporativa: que necesitarias que te aportasen, que podrias aportar tu, como seria el perfil del candidato ideal, que nombres conoces que puedan ser interesantes... y esto vale tanto para emprendedores como inversores.
jueves, 30 de octubre de 2008
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