lunes, 3 de noviembre de 2008

Por pedir que no quede

Esto es lo que debio pensar un emprendedor al plantear una de las reuniones mas surrealistas que he tenido nunca. Estabamos dicho emprendedor, otro posible inversor y yo. Este otro inversor es muy bueno tecnicamente, pero muy peculiar. Exageradamente peculiar.

El emprendedor nos presento su empresa, muy interesante, sector de crecimiento, buen equipo... pero cuando llegamos a las previsiones yo alucine. Ni siquiera Google o similares en sus mejores tiempos han sido capaces de conseguir lo que estaba plasmado en ese cuadernillo. Para redondearlo, aplico unos multiplos de entrada superiores a los que se usaban en tiempos de la burbuja tecnologica, dando un bonito resultado. Me imagino que alguien le habria comentado que entre los inversores, es una practica habitual al ver unas previsiones por primera vez, dividir los ingresos por la mitad y postponerlos un año. Y aun asi las cifras eran exageradas.

Mientras el emprendedor terminaba de explicar sus previsiones y la valoracion, yo estaba boquiabierto. De repente el otro inversor sentencio: tu empresa vale mas. Fue tal la sorpresa que la cara del emprendedor era un poema. Es como si le hubiesen pillado un farol jugando una partida de poker, y se quedo callado. Creo que estaba preparado para cualquier respuesta menos esa. El inversor continuo explicando que, segun su criterio, la empresa valia mas si era capaz de cumplir las previsiones descritas. Añadio que no veia problema en poder llegar a la cantidad de fondos solicitada pero que el precio de entrada debia ser otro, dio uno realmente bajo, y que en la medida que se cumpliesen las expectativas el emprendedor iria recuperando parte del capital hasta llegar a su propuesta original. La reunion practicamente acabo ahi, y no hubo respuesta del emprendedor, supongo que porque era consciente de que no iba a conseguir ni el 10% de lo prometido.

Otros emprendedores llegan a la valoracion en base a ingenieria inversa. Es decir, calculan los fondos que van a necesitar, le suman un importe para imprevistos, otro para cubre-imprevistos, y dividen entre el 51%, que es el minimo porcentaje que quieren mantener en la empresa. Como lo normal es que haya varias rondas, estiman cantidades necesarias en cada momento y precios de entrada crecientes para que los inversores esten contentos. El esquema es perfecto, la unica pega es que no tiene nada que ver con la realidad de la empresa.

Existen varias tecnicas que hasta ahora han funcionado bastante bien para poner de acuerdo a inversores y emprendedores sobre valoracion, y algunas de las mas importantes pivotan sobre el hecho de que es imposible a priori saber con exactitud cuales van a ser los resultados de la empresa, especialmente en start-ups, con lo que el precio final debe estar en funcion de lo realmente conseguido. El problema es que esto genera incertidumbre y dificulta los acuerdos en rondas de financiacion posteriores. Por eso, paradojicamente, es mas inusual en start-ups.

Conclusion: contrata siempre un asesor (uno bueno) para que te ayude con la valoracion, aunque lleves ya cincuenta empresas creadas, simplemente para que te haga del abogado del diablo y lleves al posible inversor una propuesta seria. Cuando vas comparte una casa, vas a hacer una inversion en bolsa, elegir el colegio de tu hijo... ¿no te asesoras?. Imaginate entonces la necesidad, si lo que vas a hacer es vender parte de tu empresa, esa por la que has luchado tanto, que te ha quitado mucho tiempo de estar con tu familia, y la que tiene que daros el sustento a ti y los tuyos.

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